El título de
esta disertación, quizás sea muy ambiciosa pero mi pregunta, más que una
pregunta, es una utopía, hemos querido releer los escritos y el pensamiento del
Gran Maestro y utopista Americano, admirado por todas las generaciones que lo
han seguido desde el momento de su lamentable desaparición física en Amotape,
allá por el año 1854, hasta nuestro días; y tal vez esa pregunta todavía no
tenga respuesta, por lo tanto es posible que dicha disertación quede
inconclusa, haré un esfuerzo por encontrarla, pero quizás para mi decepción
sería mejor haber vivido con Rodríguez en su tiempo y no hoy.
Los que
leemos las obras de Simón Rodríguez, sabemos que su pensamiento fue claramente influenciado por los principales filósofos europeos del siglo XVIII, Locke, D´Alembert, Voltaire, Montesquieu, Condillac, Hume, D´Holbach, Helvetius, Rousseau, Mably, Condorcet, Payne y Destut de Tracy; por ende su filosofía,
para el común y para los pocos ilustrados o los nada ilustrados, conforma una
suerte de un ser que viene de otro mundo; diríamos hoy de un ser extraterrestre
que no podemos entender y menos imaginar que pueda existir, y esto pues entra
en conflicto con la forma de pensar de quienes pretenden continuar con las
ideas desgastadas Eurocéntristas y depredadoras de seres que quieren y deben
ser libres.
Al hablar de Simón Rodríguez, se
habla del humanista más grande de Latinoamérica, el Sócrates (Decía Simón
Bolívar), el pedagogo, el creador de libertadores, el revolucionario, el
científico; su filosofía de vida o el Ethos de su vida, fue la educación y por
tanto la vida de Simón Rodríguez gira en torno a esto.
El
planteamiento pedagógico de Simón Rodríguez está vinculado a su pensamiento
filosófico y su teoría política. Educar, para él, es preparar al pueblo para
recuperar el poder, su poder. Dice
Rodríguez:
“Somos INDEPENDIENTE, pero no LIBRES, dueños del suelo
pero no de nosotros mismos. Las preocupaciones políticas que nos dominan, no
caducarán, como muchos lo esperan; al contrario, persistentes al lado de las
Ideas Liberales, las harán bastardear. Otras fuerzas que las que empleamos para
emanciparnos, debemos emplearla para libertarnos… las de la razón”.
En su
libro “Luces y Virtudes Sociales” Rodríguez planteaba desarrollar
nuestra propia filosofía Latinoamericana, independiente de la Europa y también
de la de Estados Unidos:
“La filosofía está, donde quiera que se piensa sin
prevención; y consiste en conocer las cosas, para regular nuestra conducta con
ellas, según sus propiedades…”. “La sabiduría de la Europa y la prosperidad de
los Estados-Unidos son dos enemigos de la libertad de pensar en América… los
Estadistas de esas naciones, no consultaron para sus instituciones sino la
razón; y ésta la hallaron en su suelo, en la índole de sus gentes, en el estado
de las costumbres y en el de los conocimientos con que debían contar”. Por
ello, “la América no debe imitar servilmente sino ser original” y
añade: “la educación popular y por popular…entiende…general”
La educación popular
debe ser la divisa de la República, para Rodríguez fue infinitamente más útil,
en la construcción republicana, un puñado de “maestranzas” o escuelas técnicas
en los campos remotos, que las más pontificias universidades en las grandes
urbes. Éstas forjaban vanidosos doctores de las clases altas; aquéllas
menudeaban ciudadanos creando pueblo republicano; pero ¿cómo concibe Rodríguez
el concepto de República?.
“El bien común es la República”. “La idea de República…su
fórmula es…Pueblo, multiplicado por intereses particulares y dividido por
intereses particulares es igual a uno (es decir, igual a pueblo), igual
a República”. “La mayor fatalidad del hombre en el estado social es no
tener con sus semejantes un común sentir de lo que conviene a todos.
La Educación Social remediaría este mal…”
El revolucionario
Rodríguez después de esa huida y su posterior exilio por casi 26 años lejos de
América, propone la construcción de un estado social que lamentablemente sus
contemporáneos no entendieron, (como no entendieron sus ideas en general,
llamándolo Loco), por no encajar en esas gastadas sociedades de castas.
Siguiendo en la lectura de “Luces y Virtudes Sociales”, su pensamiento nos
indica como llegar a la construcción de ese estado social, o como
también lo indica en otro escrito la “Toparquía”.
“Con la Educación Social”. “Sin conocimientos
sociales el hombre es esclavo”. “Los hombres han de conocer la sociedad
para saber vivir en ella, en breves términos han de saber y han de ser libres”.
“…gentes de poco talento…o de ninguno…les han dicho al
pueblo (por encargo de otros) que el conocimiento de la sociedad pertenece
a los que la dirigen, no a los que la componen, que haciendo lo que se les
manda sin preguntar por qué, han llenado su deber, que Dios no los ha mandado a
mandar sino a obedecer, que el hacer la menor observación sobre el gobierno,
es, en el fuero interno, un pecado en el extremo un crimen horrendo…imperdonable”.
“Acostúmbrese, pues, al hombre que ha de vivir en República
a buscar desde su infancia razones y proposiciones para que por ellas aprenda a
descubrir razones y consecuencias en las providencias y en los procedimientos
del gobierno”.
Además añade, para
orientar al Gobierno popular a los que dirigen las riendas de la nación por
encargo del pueblo, a que asuma la importancia a la educación:
“Solo un gobierno ilustrado puede generalizar la
instrucción… solo con la esperanza de conseguir que se piense en la educación
del pueblo, se puede abogar por la instrucción general”. “Asuma el Gobierno
las funciones de padre común en la educación generalice la instrucción y el
arte social progresará, como progresan todas las artes que se cultivan con
esmero”. “El Gobierno Revolucionario Republicano es protector de las
Luces Sociales, porque sus instituidores saben que sin luces no hay virtudes”.
Cuando el Robinson de América se plantea: “o inventamos
o erramos”,
nos está convocando a dar paso a un modo
distinto de pensar y hacer, de sentir y actuar. Es la autenticidad y la
creación, lo positivo y el ingenio, la imaginación y el pensamiento puesto en
la práctica; es concebir e idear para producir y construir; es mirarse y
advertir lo que se es para descubrir y estimar otra posibilidad de ser. Esta
afirmación, - o inventamos o erramos- se constituye –dentro del
ideario pedagógico del autor- en divisa y singularidad negadora de la tradición
que obstaculiza, que limita y que inmoviliza. Es revisar y examinar las
situaciones de vida para decantar oposiciones y abrirse a un nuevo
estado-condición; es apremio e interpelación para motivar y provocar otras
potencialidades y virtualidades; es un darse cuenta del ahora histórico para
enrumbar y revelar nuevas oportunidades, otros senderos, otros sentidos humanos
sociales; es releer y reinterpretar la institucionalidad; es seducirse en el
encuentro, en el talento, en la iniciativa, en el saber, en la inspiración, en las
ideas, en el proyecto, en el cambio, en la transformación.
Cuando el Creador de
Libertadores, instruye a Bolívar, siendo un profundo conocedor y crítico de los orígenes y
evolución de la sociedad hispanoamericana; en los tres años que estuvo en
contacto con él en Europa, en esta época le aconseja que estudie además de
Rouseau a Helvecio, Holbach, Hume, (de los cuales algunas lecturas eran
prohibidas en la sociedad arcaica Europea), para que se amplié el
conocimiento sobre el mundo en el que va a batallar: estas lecturas, que para
la época de la ilustración era el equivalente, hoy, a los escritos de Piaget, Freire,
Galeano, Noam Chomsky, son parte de lo que viene a formar al “libertador del mediodía de América”.
En respuesta a esta
gran influencia del maestro sobre el Libertador, le escribe Bolívar a Rodríguez
cuando se entera de que éste se encuentra en tierra neogranadinas, la carta con
el mas grande agradecimiento y
exaltación a un verdadero maestro (me perdonan que la trascriba en su totalidad
ya que nos han acostumbrado a leer o ver solo algunos fragmentos de la misma,
además es una de las hermosas cartas de
Bolívar, que deberíamos leer por completo).
CARTA DE SIMÓN BOLÍVAR A SU MAESTRO.
Pativilca, 19 de enero de 1824.
AL SEÑOR DON SIMÓN RODRÍGUEZ.
¡Oh mi Maestro! Oh mi amigo!
Oh mi Robinson! Ud. en Colombia! Ud. en Bogotá, y nada me ha dicho, nada me ha
escrito. Sin duda es Ud. el hombre más extraordinario del mundo; podría Ud.
merecer otros epítetos pero no quiero darlos por no ser descortés al saludar un
huésped que viene del Viejo Mundo a visitar el Nuevo; sí, a visitar su patria
que ya no conoce, que tenía olvidada, no en su corazón sino en su memoria.
Nadie más que yo sabe lo que Ud. quiere a nuestra adorada Colombia. ¿Se acuerda
Ud. cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra
santa la libertad de la patria? Ciertamente no habrá Ud. olvidado aquel día de
eterna gloria para nosotros; día que anticipó, por decirlo así, un juramento
profético a la misma esperanza que no debíamos tener.
Ud., Maestro mío, cuánto
debe haberme contemplado de cerca aunque colocado a tan remota distancia. Con
qué avidez habrá seguido Ud. mis pasos; estos pasos dirigidos muy
anticipadamente por Ud. mismo. Ud. formó mi corazón para la libertad, para la
justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me
señaló. Ud. fue mi piloto aunque sentado sobre una de las playas de Europa. No
puede Ud. figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones
que Ud. me ha dado; no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes
sentencias que Ud. me ha regalado. Siempre presentes a mis ojos intelectuales
las he seguido como guías infalibles. En fin, Ud. ha visto mi conducta; Ud. ha
visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel, y Ud. no habrá
dejado de decirse: todo esto es mío, yo sembré esta planta, yo la regué, yo la
enderecé tierna, ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos; ellos
son míos, yo voy a saborearlos en el jardín que planté; voy a gozar de la
sombra de sus brazos amigos, porque mi derecho es imprescriptible, privativo a
todo.
Sí, mi amigo querido, Ud.
está con nosotros; mil veces dichoso el día en que Ud. pisó las playas de
Colombia. Un sabio, un justo más, corona la frente de la erguida cabeza de
Colombia. Yo desespero por saber qué designios, qué destino tiene Ud.; sobre
todo mi impaciencia es mortal, no pudiendo estrecharle en mis brazos: ya que no
puedo yo volar hacia Ud. hágalo Ud. hacia mí; no perderá Ud. nada; contemplará
Ud. con encanto la inmensa patria que tiene, labrada en la roca del despotismo
por el buril victorioso de los libertadores, de los hermanos de Ud. No, no se
saciará la vista de Ud. delante de los cuadros, de los colosos, de los tesoros,
de los secretos, de los prodigios que encierra y abarca esta soberbia Colombia.
Venga Ud. al Chimborazo; profane Ud. con su planta atrevida la escala de los
titanes, la corona de la tierra, la almena inexpugnable del Universo nuevo.
Desde tan alto tenderá Ud. la vista; y al observar el cielo y la tierra,
admirando el pasmo de la creación terrena, podrá decir: dos eternidades me
contemplan: la pasada y la que viene; y este trono de la naturaleza, idéntico a
su autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el Padre del
Universo.
¿Desde dónde, pues, podrá
decir Ud. otro tanto tan erguidamente? Amigo de la naturaleza, venga Ud. a
preguntarle su edad, su vida y su esencia primitivas; Ud. no ha visto en ese
mundo caduco más que las reliquias y los desechos de la próvida Madre: allá
está encorvada con el peso de los años, de las enfermedades y del hálito
pestífero de los hombres; aquí está doncella, inmaculada, hermosa, adornada por
la mano misma del Creador. No, el tacto profano del hombre todavía no ha
marchitado sus divinos atractivos, sus gracias maravillosas, sus virtudes
intactas.
Amigo, si tan irresistibles
atractivos no impulsan a Ud. a un vuelo rápido hacia mí, ocurriré a un apetito
más fuerte: la amistad invoco.
Presente Ud. esta carta al
Vicepresidente, pídale Ud. dinero de mi parte, y venga Ud. a encontrarme.
BOLÍVAR.
La filosofía de Simón
Rodríguez, que es en conjunto el proyecto de la creación de un pueblo libre o
republicano en un vasto territorio militarmente liberado, siendo portadora de
una estrategia geopolítica dibujada por la retícula y el rizoma. El plan
maestro de “colonizar el continente con sus propios habitantes”, la
colonización endógena de los montes, selvas y los desiertos suramericanos, lo
cual implica la integración de una topografía política donde los poderes
periféricos no son anulados por la lejanía del centro sino que lo alimentan
inmediatamente con sus fuerzas; en lo actual esta gran idea, no se a logrado
cumplir, estando nuestra sociedad y nuestras últimas generaciones, en deuda con
El Gran Maestro, El Sócrates, El Robinson, El Loco.
Maestro Simón
Rodríguez, como me gustaría que estuviese aquí hoy, con sus ideas
revolucionarias que por inconclusas siguen vigentes, con sus pensamientos de
igualdad y solidaridad que cabalgan en el ideario revolucionario actual de
nuestro país. La República con la cual usted soñó, aun está pendiente, su obra
igual que la de nuestro padre Simón Bolívar está inconclusa. Nuestros pueblos
divididos bajo la premisa imperialista del norte, buscan con ahínco salir del
atraso y la miseria en las que fueron sumidos después de la independencia, con
la venta de nuestro territorio y nuestras riquezas a precios de poder económico
para unos cuantos, que en nada han beneficiado a nuestras Repúblicas Indoamericanas.
Para concluir, a
manera de resumen hago un enfoque de lo más resaltante de la idea de Simón
Rodríguez como fue la filosofía y el ethos (modo de vida), en su recorrido por
el mundo como Samuel Robinson o como Simón Rodríguez:
•
Unión de la educación escolar con el trabajo
productivo.
•
El pueblo debe ser educado (la familia y la
sociedad con un oficio útil y productivo).
•
La Educación y la escuela consolidan la
República
•
La República se fundamenta en la sociedad civil.
•
La escuela debe tener su propio fondo.
•
Deben ser defensores de los derechos públicos y
republicanos.
•
Le da mucha importancia al bien público
anteponiéndolo a lo privado.
"Educar para el trabajo y para la
vida".
"Aprender
haciendo y enseñar produciendo".
Parte de este ideario del gran
maestro y filósofo Simón Rodríguez busca plantearse en nuestra educación hoy en
día. Sin embargo siempre los grandes intereses particulares y externos al bien
común buscan imponerse para obstaculizar la conformación de un país próspero y
desarrollado. Es por ello que nos toca a nosotros en este momento incentivar y
tratar de llevar a cabo estas ideas a pesar de las adversidades que se
presenten.
José Rogelio Contreras
Julio – 2018
Referencias Bibliográficas
Simón Bolívar (1824). Carta de Simón Bolívar a Simón Rodríguez.
Simón Rodríguez (2007). Inventamos o Erramos.
Biblioteca Popular para los Consejos Comunales. Fundación Editorial El Perro y
La Rana.
UNESR (2016) SIMÓN RODRÍGUEZ OBRAS COMPLETAS.
Ediciones Rectorado. Caracas. Venezuela.