lunes, 23 de julio de 2018

La Filosofia y el Ethos de Simón Rodríguez ¿en nuestro tiempo?



El título de esta disertación, quizás sea muy ambiciosa pero mi pregunta, más que una pregunta, es una utopía, hemos querido releer los escritos y el pensamiento del Gran Maestro y utopista Americano, admirado por todas las generaciones que lo han seguido desde el momento de su lamentable desaparición física en Amotape, allá por el año 1854, hasta nuestro días; y tal vez esa pregunta todavía no tenga respuesta, por lo tanto es posible que dicha disertación quede inconclusa, haré un esfuerzo por encontrarla, pero quizás para mi decepción sería mejor haber vivido con Rodríguez en su tiempo y no hoy.
            Los que leemos las obras de Simón Rodríguez, sabemos que su pensamiento fue claramente influenciado por los principales filósofos europeos del siglo XVIII, Locke, D´Alembert, Voltaire, Montesquieu, Condillac, Hume, D´Holbach, Helvetius, Rousseau, Mably, Condorcet, Payne y Destut de Tracy; por ende su filosofía, para el común y para los pocos ilustrados o los nada ilustrados, conforma una suerte de un ser que viene de otro mundo; diríamos hoy de un ser extraterrestre que no podemos entender y menos imaginar que pueda existir, y esto pues entra en conflicto con la forma de pensar de quienes pretenden continuar con las ideas desgastadas Eurocéntristas y depredadoras de seres que quieren y deben ser libres.
            Al hablar de Simón Rodríguez, se habla del humanista más grande de Latinoamérica, el Sócrates (Decía Simón Bolívar), el pedagogo, el creador de libertadores, el revolucionario, el científico; su filosofía de vida o el Ethos de su vida, fue la educación y por tanto la vida de Simón Rodríguez gira en torno a esto.
            El planteamiento pedagógico de Simón Rodríguez está vinculado a su pensamiento filosófico y su teoría política. Educar, para él, es preparar al pueblo para recuperar el poder, su poder. Dice Rodríguez:
“Somos INDEPENDIENTE, pero no LIBRES, dueños del suelo pero no de nosotros mismos. Las preocupaciones políticas que nos dominan, no caducarán, como muchos lo esperan; al contrario, persistentes al lado de las Ideas Liberales, las harán bastardear. Otras fuerzas que las que empleamos para emanciparnos, debemos emplearla para libertarnos… las de la razón”.
            En su libro “Luces y Virtudes Sociales” Rodríguez planteaba desarrollar nuestra propia filosofía Latinoamericana, independiente de la Europa y también de la de Estados Unidos:
“La filosofía está, donde quiera que se piensa sin prevención; y consiste en conocer las cosas, para regular nuestra conducta con ellas, según sus propiedades…”. “La sabiduría de la Europa y la prosperidad de los Estados-Unidos son dos enemigos de la libertad de pensar en América… los Estadistas de esas naciones, no consultaron para sus instituciones sino la razón; y ésta la hallaron en su suelo, en la índole de sus gentes, en el estado de las costumbres y en el de los conocimientos con que debían contar”. Por ello, “la América no debe imitar servilmente sino ser original” y añade: “la educación popular y por popular…entiende…general
            La educación popular debe ser la divisa de la República, para Rodríguez fue infinitamente más útil, en la construcción republicana, un puñado de “maestranzas” o escuelas técnicas en los campos remotos, que las más pontificias universidades en las grandes urbes. Éstas forjaban vanidosos doctores de las clases altas; aquéllas menudeaban ciudadanos creando pueblo republicano; pero ¿cómo concibe Rodríguez el concepto de República?.
“El bien común es la República”. “La idea de República…su fórmula es…Pueblo, multiplicado por intereses particulares y dividido por intereses particulares es igual a uno (es decir, igual a pueblo), igual a República”. “La mayor fatalidad del hombre en el estado social es no tener con sus semejantes un común sentir de lo que conviene a todos. La Educación Social remediaría este mal…”
            El revolucionario Rodríguez después de esa huida y su posterior exilio por casi 26 años lejos de América, propone la construcción de un estado social que lamentablemente sus contemporáneos no entendieron, (como no entendieron sus ideas en general, llamándolo Loco), por no encajar en esas gastadas sociedades de castas. Siguiendo en la lectura de “Luces y Virtudes Sociales”, su pensamiento nos indica como llegar a la construcción de ese estado social, o como también lo indica en otro escrito laToparquía”.
“Con la Educación Social”. “Sin conocimientos sociales el hombre es esclavo”. “Los hombres han de conocer la sociedad para saber vivir en ella, en breves términos han de saber y han de ser libres”.
“…gentes de poco talento…o de ninguno…les han dicho al pueblo (por encargo de otros) que el conocimiento de la sociedad pertenece a los que la dirigen, no a los que la componen, que haciendo lo que se les manda sin preguntar por qué, han llenado su deber, que Dios no los ha mandado a mandar sino a obedecer, que el hacer la menor observación sobre el gobierno, es, en el fuero interno, un pecado en el extremo un crimen horrendo…imperdonable”.
“Acostúmbrese, pues, al hombre que ha de vivir en República a buscar desde su infancia razones y proposiciones para que por ellas aprenda a descubrir razones y consecuencias en las providencias y en los procedimientos del gobierno”.
            Además añade, para orientar al Gobierno popular a los que dirigen las riendas de la nación por encargo del pueblo, a que asuma la importancia a la educación:
“Solo un gobierno ilustrado puede generalizar la instrucción… solo con la esperanza de conseguir que se piense en la educación del pueblo, se puede abogar por la instrucción general”. “Asuma el Gobierno las funciones de padre común en la educación generalice la instrucción y el arte social progresará, como progresan todas las artes que se cultivan con esmero”. “El Gobierno Revolucionario Republicano es protector de las Luces Sociales, porque sus instituidores saben que sin luces no hay virtudes”.

Cuando el Robinson de América se plantea: “o inventamos o erramos”, nos está convocando a  dar paso a un modo distinto de pensar y hacer, de sentir y actuar. Es la autenticidad y la creación, lo positivo y el ingenio, la imaginación y el pensamiento puesto en la práctica; es concebir e idear para producir y construir; es mirarse y advertir lo que se es para descubrir y estimar otra posibilidad de ser. Esta afirmación, - o inventamos o erramos- se constituye –dentro del ideario pedagógico del autor- en divisa y singularidad negadora de la tradición que obstaculiza, que limita y que inmoviliza. Es revisar y examinar las situaciones de vida para decantar oposiciones y abrirse a un nuevo estado-condición; es apremio e interpelación para motivar y provocar otras potencialidades y virtualidades; es un darse cuenta del ahora histórico para enrumbar y revelar nuevas oportunidades, otros senderos, otros sentidos humanos sociales; es releer y reinterpretar la institucionalidad; es seducirse en el encuentro, en el talento, en la iniciativa, en el saber, en la inspiración, en las ideas, en el proyecto, en el cambio, en la transformación.
            Cuando el Creador de Libertadores, instruye a Bolívar, siendo un profundo conocedor y crítico de los orígenes y evolución de la sociedad hispanoamericana; en los tres años que estuvo en contacto con él en Europa, en esta época le aconseja que estudie además de Rouseau a Helvecio, Holbach, Hume, (de los cuales algunas lecturas eran prohibidas en la sociedad arcaica Europea), para que se amplié el conocimiento sobre el mundo en el que va a batallar: estas lecturas, que para la época de la ilustración era el equivalente, hoy, a los escritos de Piaget, Freire, Galeano, Noam Chomsky, son parte de lo que viene a formar al “libertador del mediodía de América”.
            En respuesta a esta gran influencia del maestro sobre el Libertador, le escribe Bolívar a Rodríguez cuando se entera de que éste se encuentra en tierra neogranadinas, la carta con el mas grande  agradecimiento y exaltación a un verdadero maestro (me perdonan que la trascriba en su totalidad ya que nos han acostumbrado a leer o ver solo algunos fragmentos de la misma, además es  una de las hermosas cartas de Bolívar, que deberíamos leer por completo).

CARTA DE SIMÓN BOLÍVAR A SU MAESTRO.
Pativilca, 19 de enero de 1824.
AL SEÑOR DON SIMÓN RODRÍGUEZ.
¡Oh mi Maestro! Oh mi amigo! Oh mi Robinson! Ud. en Colombia! Ud. en Bogotá, y nada me ha dicho, nada me ha escrito. Sin duda es Ud. el hombre más extraordinario del mundo; podría Ud. merecer otros epítetos pero no quiero darlos por no ser descortés al saludar un huésped que viene del Viejo Mundo a visitar el Nuevo; sí, a visitar su patria que ya no conoce, que tenía olvidada, no en su corazón sino en su memoria. Nadie más que yo sabe lo que Ud. quiere a nuestra adorada Colombia. ¿Se acuerda Ud. cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria? Ciertamente no habrá Ud. olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros; día que anticipó, por decirlo así, un juramento profético a la misma esperanza que no debíamos tener. 
Ud., Maestro mío, cuánto debe haberme contemplado de cerca aunque colocado a tan remota distancia. Con qué avidez habrá seguido Ud. mis pasos; estos pasos dirigidos muy anticipadamente por Ud. mismo. Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me señaló. Ud. fue mi piloto aunque sentado sobre una de las playas de Europa. No puede Ud. figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Ud. me ha dado; no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Ud. me ha regalado. Siempre presentes a mis ojos intelectuales las he seguido como guías infalibles. En fin, Ud. ha visto mi conducta; Ud. ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel, y Ud. no habrá dejado de decirse: todo esto es mío, yo sembré esta planta, yo la regué, yo la enderecé tierna, ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos; ellos son míos, yo voy a saborearlos en el jardín que planté; voy a gozar de la sombra de sus brazos amigos, porque mi derecho es imprescriptible, privativo a todo. 
Sí, mi amigo querido, Ud. está con nosotros; mil veces dichoso el día en que Ud. pisó las playas de Colombia. Un sabio, un justo más, corona la frente de la erguida cabeza de Colombia. Yo desespero por saber qué designios, qué destino tiene Ud.; sobre todo mi impaciencia es mortal, no pudiendo estrecharle en mis brazos: ya que no puedo yo volar hacia Ud. hágalo Ud. hacia mí; no perderá Ud. nada; contemplará Ud. con encanto la inmensa patria que tiene, labrada en la roca del despotismo por el buril victorioso de los libertadores, de los hermanos de Ud. No, no se saciará la vista de Ud. delante de los cuadros, de los colosos, de los tesoros, de los secretos, de los prodigios que encierra y abarca esta soberbia Colombia. Venga Ud. al Chimborazo; profane Ud. con su planta atrevida la escala de los titanes, la corona de la tierra, la almena inexpugnable del Universo nuevo. Desde tan alto tenderá Ud. la vista; y al observar el cielo y la tierra, admirando el pasmo de la creación terrena, podrá decir: dos eternidades me contemplan: la pasada y la que viene; y este trono de la naturaleza, idéntico a su autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el Padre del Universo.
¿Desde dónde, pues, podrá decir Ud. otro tanto tan erguidamente? Amigo de la naturaleza, venga Ud. a preguntarle su edad, su vida y su esencia primitivas; Ud. no ha visto en ese mundo caduco más que las reliquias y los desechos de la próvida Madre: allá está encorvada con el peso de los años, de las enfermedades y del hálito pestífero de los hombres; aquí está doncella, inmaculada, hermosa, adornada por la mano misma del Creador. No, el tacto profano del hombre todavía no ha marchitado sus divinos atractivos, sus gracias maravillosas, sus virtudes intactas.
Amigo, si tan irresistibles atractivos no impulsan a Ud. a un vuelo rápido hacia mí, ocurriré a un apetito más fuerte: la amistad invoco.
Presente Ud. esta carta al Vicepresidente, pídale Ud. dinero de mi parte, y venga Ud. a encontrarme.

BOLÍVAR.


            La filosofía de Simón Rodríguez, que es en conjunto el proyecto de la creación de un pueblo libre o republicano en un vasto territorio militarmente liberado, siendo portadora de una estrategia geopolítica dibujada por la retícula y el rizoma. El plan maestro de “colonizar el continente con sus propios habitantes”, la colonización endógena de los montes, selvas y los desiertos suramericanos, lo cual implica la integración de una topografía política donde los poderes periféricos no son anulados por la lejanía del centro sino que lo alimentan inmediatamente con sus fuerzas; en lo actual esta gran idea, no se a logrado cumplir, estando nuestra sociedad y nuestras últimas generaciones, en deuda con El Gran Maestro, El Sócrates, El Robinson, El Loco.
            Maestro Simón Rodríguez, como me gustaría que estuviese aquí hoy, con sus ideas revolucionarias que por inconclusas siguen vigentes, con sus pensamientos de igualdad y solidaridad que cabalgan en el ideario revolucionario actual de nuestro país. La República con la cual usted soñó, aun está pendiente, su obra igual que la de nuestro padre Simón Bolívar está inconclusa. Nuestros pueblos divididos bajo la premisa imperialista del norte, buscan con ahínco salir del atraso y la miseria en las que fueron sumidos después de la independencia, con la venta de nuestro territorio y nuestras riquezas a precios de poder económico para unos cuantos, que en nada han beneficiado a nuestras Repúblicas Indoamericanas.
            Para concluir, a manera de resumen hago un enfoque de lo más resaltante de la idea de Simón Rodríguez como fue la filosofía y el ethos (modo de vida), en su recorrido por el mundo como Samuel Robinson o como Simón Rodríguez:
  Unión de la educación escolar con el trabajo productivo.
  El pueblo debe ser educado (la familia y la sociedad con un oficio útil y productivo).
  La Educación y la escuela consolidan la República
  La República se fundamenta en la sociedad civil.
  La escuela debe tener su propio fondo.
  Deben ser defensores de los derechos públicos y republicanos.
  Le da mucha importancia al bien público anteponiéndolo a lo privado.
"Educar para el trabajo y para la vida".
"Aprender haciendo y enseñar produciendo".
            Parte de este ideario del gran maestro y filósofo Simón Rodríguez busca plantearse en nuestra educación hoy en día. Sin embargo siempre los grandes intereses particulares y externos al bien común buscan imponerse para obstaculizar la conformación de un país próspero y desarrollado. Es por ello que nos toca a nosotros en este momento incentivar y tratar de llevar a cabo estas ideas a pesar de las adversidades que se presenten.

 José Rogelio Contreras

Julio – 2018

Referencias Bibliográficas

Simón Bolívar (1824). Carta de Simón Bolívar a Simón Rodríguez.
Simón Rodríguez (2007). Inventamos o Erramos. Biblioteca Popular para los Consejos Comunales. Fundación Editorial El Perro y La Rana.
UNESR (2016) SIMÓN RODRÍGUEZ OBRAS COMPLETAS. Ediciones Rectorado. Caracas. Venezuela.

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